Chichés y chicos peligrosos: mi nueva obsesión.

6/26/2015

Ayer tenía muchísimas ganas de escribir, me habían pasado un millón de cosas en los últimos días, estaba lista para que la inspiración fluyera… y digamos que todo quedó en eso. En las ganas.

Pero gracias a un descubrimiento en la tarde de ayer, mi inspiración volvió... ¿Y de qué quiero hablarles? Como dice el título de los chicos malotes de las novelas, que a más de una nos ponen a mil.


Hablo desde el punto de vista femenino (perdón chicos, pero si quieren pueden seguir leyendo…o no…como gusten)…

En fin, ¿quién no ha suspirado por el bad boy que mira a la protagonista y la hace suspirar? Y no sólo suspira ella, nope, sino que nosotras también.  (Y con suspirar me refiero a que te quedás sin aire, se te cae la baba y los ojos te saltan como los de los dibujitos).

Tengo una confesión para hacerles, el motivo por el que sigo single as a pringle es porque mis expectativas son altísimas y, además, porque estoy enamorada del típico chico malo que aparece en los libros. Soy cliché, lo admito. Y me encantan las novelas chichés, y me encantan los bad boys, y me encantan que la chica buena logre cambiarlos…

Y nope, no hay excepciones, Alex O’loughlin, Travis Maddox, Evan Woods, Wesley Rush, Shane Mason, Patch Cipriano y mi último descubrimiento (y probablemente el chico que me encantaría conocer así le doy un morrazo): Brody Casen.

Pero antes de que esto se convierta en una entrada llena de fangirleo por estos guapetones, voy a contarles cómo una verdad universal llegó a mi puerta.

En literatura debatimos “Orgullo y Prejuicio”, de Jane Austen, y pude ver a mi profesora (una mujer adulta, independiente, capaz e increíblemente inteligente), fangirleando como una nena por Mr. Darcy. Y fue hermoso, porque me demostró que sea cual sea la edad, todas hemos tenido un momento de debilidad por el “chico malo”.

Darcy no llevaba una campera de cuero, ni fumaba, ni le decía “babe” a Elizabeth. Nope, sencillamente la ignoró por un tiempo y le dijo que no cumplía con sus expectativas. El orgullo presente ante todo, y cuando ella le contestó de la misma forma, ambos se enamoraron (eso era tensión sexual, pero bueno).   
¿A qué voy con todo esto? Que incluso en el Siglo XIX el prototipo de chico malo ya existía... ¡Y no me hagan hablar de Heathcliff!

Es así, somos chichés: nos encantan los rebeldes que van en contra de las normas, con un pasado turbulento y una sonrisa traviesa que te calienta hasta las pestañas. El típico chico con campera de cuero, jeans rotos y una moto enorme, que vive de joda y es emocionalmente inaccesible pero  que tenemos la esperanza de cambiar.

¡Ojo! Que también tengo debilidad por los chicos dulces que me hagan reír, un “mejor amigo” al que le pueda contar todo, que me traiga a casa tempranito y sea bueno con mis padres… Pero porfa, que me robe besos a escondidas y me haga suspirar.

Pero estoy divagando y termino con esto: ¿Otra confesión? Conozco a uno de esos bad boys en persona, y déjenme decirles, ese chico fue traído al mundo por los dioses, sabe cómo mirar para que tengas mariposas en la panza. Sabe qué decir para que te derritas, sabe cómo moverse y qué tocar para calentarte. En fin, un adonis en carne y hueso pero al cual veo de lejos… mientras mis fantasías me enloquecen.


¿Ustedes tienen un cliché? ¿El “Nerd”? ¿El chico tímido? ¿El vecino de al lado?

El mío es el bad boy que me mira y me desarma.

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